La Muerte me sobrepasa
La Muerte me sobrepasa y me dice:
- ¿ Que tal ?
La Muerte me sobrepasa y dice:
- ¡Mamón!
Hoy no es el mejor día y éste no es el mejor año.
La Muerte viene y me dice:
- No soy una calavera.
La Muerte viene y me dice:
- ¡ Que mustio estás ¡ Día Internacional de la Tristeza, (y eso que aún no es Primavera) Uy! Comandas Salgari Animós!
No entiendo muy bien lo último.
La Muerte viene y me dice:
- Maestro del Pucherete! Pajarito de ojos tristes y color caoba! Ni siego nunca ni nunca he segado, sino que duermo en tí como animal vigilado, como fresas de atardecer dulcemente mordidas. Atiéndeme, atiendeme : mi divisa de tabaco y oro te muestra como soy: un sonriente ser, dispuesto a entregarte a tí y a los que, como tú, se adormecen en las ramas de un árbol aburrido, al Sol del Mediodía. Que chichan las chicharras y el aire se detiene un instante entre las hojas. Compréndeme idiota, pues no he de darte miedo.
Atiéndeme, atiéndeme: soy ese momento delicioso en que las cosas se desvanecen y son tragadas por el Reloj lleno de de arena de desierto. Soy ese momento en el que el Embudo y la Tuerca dan otra vuelta de regocijo y los pensamientos se hunden bajo espuma caliente de mar. Y tú serás como una moneda brillante de cinco pesetas , como un pececito plateado arrojado sobre la arena boqueando fuera del agua, que busca, busca y busca el aire que le rodea y que no puede tragar.
Madre, Padre y Mano se reúnen bajo una sombrilla a las doce a hablar sobre tí. El sol se filtra a través de la tela y esa luz que entrega tonos dorados a quien bajo ella se cobija alumbra a la Mano, al Padre y a la Madre en sus palabras.
No hay razón para alarmarse.
La Muerte me sobrepasa y me dice:
La Muerte me sobrepasa y me dice:
- Eres tan chico.