8/29/2007







El entusiasmo por la vida, esa intensidad con la que se vive a las primeras edades como decía nuestro amigo Mensab hace algunos post, saboreando cada minuto largo y denso de historia, me parece una de esas pérdidas absolutas a las que condena la madurez en todo su esplendor. Nunca he vuelto a vivir momentos como aquellos, en los que los olores, los sabores, el mismo discurrir de los minutos tenía nombre y se nos hacía presente aunque no tuviéramos consciencia de ello.




Las tardes de verano, la brisa en nuestros cabellos, los besos de mamá, el sabor del polvo y de la tierra al choquetazo con la bicibicleta, la lluvia sobre los párpados, la fragilidad de la amistad y de los rencores, el beso sin piedad y sin dolor del sol de las cuatro de la tarde y los hombros de nuestros amigos. Se hallan guardados y me hicieron como soy.
A los que velaron por que todo aquello fuera posible les agradezco su tesón, pues me dieron norte cierto, aunque ya no estén.
De eso se trata éste oficio nuevo.

8/24/2007

Desconfiad (en general) de todos los Estados



Tendieron la red y caímos como atunes.

Digo yo que si se desploman las bolsas por culpa de la crisis hipotecaria americana porque no se desploma también el Euribor de los cojones...

Bueno, estaba claro, si los pisos eran caros los tipos eran bajos, y si los tipos son altos las casas no "deberán" ser caras, estos pequeños ejercicios de ilusionismo con los que las gárgolas financieras jallyburtonianas nos tienen permanentemente en jaque me escuecen y soliviantan. Lo malo es que para salirse del circuito hay que hacerse perroflauta y pies negros de los de verdad, y... no nos engañemos, prefiero mi lata de cerveza helada y mi gimnasio.




Ah! y que vuelve la pandemia dichosa, esto se parece cada día más a lo relatado por Sr. Orwell.

Al pelo viene el dicho maracenero siguiente:



Cuando chicos el buuu(te),

cuando grandes, los "ceviles",

Ziempre estamos asustaos!