8/28/2008

Algunos Buenos



Verano de bastonazos. Sobre mis lomos y los de los míos. Como mulos a los que se quiere guíar: "por aquí, por aquí, esto es : fuera del corral, lo pillas?. "

Diez días en la costa y recibiendo de ellos nueve, porque hubo uno en que nos ausentamos con Gabriela en dirección a Almería.

Los Otros Días sin Bastonazos sin embargo me compensan aunque fueran menos. Los primeros días del verano en la fresca Alpujarra, comarca absolutamente maravillosa pese a su masificación turística. El silencio en el valle y la brisa vespertina reconcilia al ratón más urbanita con la Energía Universal y la diosa Gea.

El día uno de paréntesis bastonil lo empeñamos en visitar a mis queridos amigos Antonio y Angelina, y supe entonces nuevamente (de "sabor" quiero decir, porque saberlo ya lo sabía) del cariño, de la entrega, de la confianza, de la sinceridad y del desprendimiento en su compañía y en la de Angel, Antonio the Young, Carlos Puello y hermano Abencerraje, y esa tarde sentimos bajo nuestros pies el limo del mar de Cabo de Gata y los últimos rayos en una puesta de sol absolutamente cósmica.

Luego por la noche, entre viandas "cojonudas", las palabras, las risas y las confidencias. Y de madrugada el privilegio de escuchar desde las mismísimas ordenadas entrañas de la Antena Noética los nuevos trabajos esforzados de Sefronia, un giro inesperado y genial en su camino, creando su sitio en la historia de la música contemporánea española, clavando una estaca afilada y apoteósica en los corazones de los "bon vivants del pop". Trabajo, trabajo, mucho trabajo y conocimiento, poso y madurez es lo que he apreciado en estos borradores aún, brillos, luces, opereta, fiesta y sentimiento también, y rondándolo todo, de forma sinuosa, ese espíritu inquietante y quebrador que anida en el corazón de la banda.


Gracias amigos, por éste día tan maravilloso.

8/08/2008

Color


Vendíamos el cortijo y había que indemnizar a los arrendatarios. Vinieron los hermanos Aguilera, todo terrón y sol, a recoger su dinero en hermosos fajos de billetes, cuando justo al posar sus manos sobre ellos se pararon y nos miraron diciendo:


- ¿No será dinero negro?


Nos miramos conteniendo la risa y dijimos muy serios:


- No, no, nada de eso.


Esta burguesa anécdota viene a colación de la desesperación de los poseedores de este metal especifico, quienes teniendolo debajo "der corchón" se indignan de no poder seguir reinvirtiéndolo en fincas, cortijos, pisos y cocheras. Es obvio, si aflora, hay que justificar su origen y claro no podemos decir que proviene de unos beneficios no declarados a la Hacienda Pública. El tío más rico de Baza se desesperaba de tener que pedir pólizas para su empresa cuando tenía mil millones debajo de una loseta. Lo que no asumen estas cabecitas tan listas es que el dinero negro debe ser empleado precisamente en nosotros mismos y en los nuestros, y en bienes perecederos de los que no dejan rastro: gambas, cigalas, viajes, ropita cara y chismes que no accedan a Registros Públicos. Esto es lo que los pone más locos: como son unos agarraos de cojones (por sistema) son incapaces de gastarse la pasta en asuntos nimios que hacen la vida un poco más agradable. Hay que joderse.


El Estado lo sabe, y se ríe.

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