10/26/2010

La Barraca del Zurdo. Paga extra con premio






Vanidad. Es sólo vanidad, pero es tan dulce y sólo para mí, solo para mi recreo propio, que no creo que sea pecado.
El sábado asistimos mi Chica y yo a la representación de "La Barraca del Zurdo" montaje de Lavi e Bel, la compañía que dirige Emilio Goyanes, con nuestros buenos Penélope y Marcello, gente de teatro también.


Teníamos localidades del palco a la izquierda y Larisa Ramos me habia regañado por comprar esas pero eran las últimas. Larisa (Lati) es parte del reparto de la obra donde dos actrices y dos actores cargan con el peso de contar la historia-río de una familia desde finales de siglo XIX hasta hoy, desarrollando los avatares y sucesos de la misma, incluyendo el exilio y la vuelta a España. La obra y su desarrollo por estos cuatro grandísimos profesionales (y el músico que los acompaña por Dios que grande) es espectacular y refleja un trabajo y una experiencia a sus espaldas inconmensurable. En suma se trata de un montaje magnífico que tiene todas las urdimbres del teatro: lloras, ríes, sentencias y te llevas al final de la obra un nudo en el estómago difícil de desenredar.


Lati, aparte de una profesional del teatro como la copa de un pino, es una de esas personas de las que agradeces a Dios que te las haya puesto en tu camino, pues te reconcilias con el género humano y reconoces en cada uno de sus actos y palabras el afecto sincero y desinteresado que constituye la base de la verdadera amistad. Y aparte de todo los anterior resulta ser Lati, nuestra Lati, la madre de Martina Goyanes, una niña de tres años que cuando sonríe ves un mundo propio dentro de ella y que es capaz de entusiasmarse y brincar con alegría desmesurada ante cualquier detalle por nimio que sea, que habla arrastrando zetas por donde va y sabe perfectamente lo que quiere. Es la uña de la carne de Gabriela y viceversa, dos amigas de verdad, cómplices con cada mirada y cada sonrisa, y a cascoporro se comen el mundo unidas de la mano.


Pues bien, advertí que durante la obra Lati miraba hacia nuestras localidades dirigiendo su texto a nosotros, y sentí como si esos pequeños instantes sólo estuvieran representándose para Mª Luz y para mí, en un estallido de supernova interior, en la intimidad de una mesa, alrededor de una pequeña luz de candil.


Al finalizar y entre los estruendos de los aplausos, todos nos pusimos de pie, y en una de las salidas del reparto para saludar Lati nos tiró un beso soplado. Nunca sabrá nuestra querida amiga cuanto le agradezco esa pequeña pero para mí descomunal muestra de cariño. Me sentí pleno en un instante y tocando el cielo con la punta de los dedos...


Qué queréis que os diga? Es sencillamente abrumador... Envidiadme por esta pequeña cosa que me hizo un día mucho más feliz.