8/13/2012

Demasiado para nosotros. Cabaret Popescu

Salíamos de las tardes de los sábados evocando las escenas de piratas de las películas, copiando sus ademanes y gestos, sus frases lapidarias, saltando sobre sillones, gesticulando, siendo en suma, los propios piratas.

Algo así nos ocurre con Cabaret Popescu, salimos con la sonrisa en la boca, canturreando sus canciones, repitiéndonos las frases geniales e hilarantes unos a otros, corrigiéndonos, haciendo una memoria colectiva entre todos los amigos de lo vivido, de lo intensamente vivido. Y estriba aquí una de las claves: esa intensidad que te llena, esa sensación de que estás exprimiendo la vida, de que lo bueno te está pasando. Por fin.  

EL pasado 9 de Agosto asistimos un nutrido (algunos más nutridos que otros) grupo de amigos y contemplamos el genial espectáculo que Lavi e Bel junto con el  Chef Alvaro Arriaga ejecutan bajo el nombre de Cabaret Popescu, las cenas cabareteras. La idea es bien sencilla, un cabaret con cena incluída donde los propios actores de la compañía (la familia Popescu) se pasean por las mesas haciéndote confidencias, intentando quitar novias y novios, pellizcando las conciencias, cantando entre los invitados y subiéndose finalmente al escenario interpretando los números del cabaret.

Un espectáculo de calidad excepcional, con un precio de risa si consideras lo que estás recibiendo. Del que cuando sales, te sientes uno de los elegidos,  abrumado por la profesionalidad y el encanto de esta maravillosa compañía.

Además la pasada noche fue especialmente mágica:  mi chica había preparado una pequeña "performance" revolucionaria  en homenaje a Larisa Ramos (Lati para nosotros, nuestra Lati), excepcional actriz que encarna a Roberto Rivarola Popescu, y que consistía en que un grupo de amigas se pintaban un fino bigote y se acomodaban una gafas al más estilo Roberto Rivarola. El momento indicado del disfraz era al sonar la canción de introducción, de modo que al repasar al grupo de amigas, convenientemente desperdigadas entre nuestras tres mesas, advertí que faltaba mi querida Nadia ¿donde estaba?. En ese momento escuché a alguien de la compañía decir : "Y esta noche nos acompaña Nadia al acordeón!". entonces miré al escenario y en ese momento, como en un numero de ilusionismo, detrás de los actores, apareció Nadia tocando el acordeón.... No tengo palabras para expresar la sorpresa, la expectación, el entusiasmo y el cariño que sentí. Esto sí que es interactividad verdadera. 


La performance se llevó a cabo con los efectos deseados: seis chicas levantadas con el puño en alto gritando "Todas somos Roberto!" provocaron el desconcierto de R. R., quien en ese momento "reñía" con su mujer en el escenario, Anyoli Popescu, encarnada por Nerea Cordero (una diosa por dentro y por fuera).

El equipo de personas al frente de este espectáculo ideado por Emilio Goyanes, forman un todo compacto admirable, los actores y actrices: Larisa, Nerea, Nacho, Javi y Toño, me atrevería a decir que son los artistas más completos que pisan las tablas españolas. Los números son fantásticos y se quedan en tu memoria los personajes, las situaciones, las frases: el numero del Hombre Radio (excepcional sincronización de los personajes en un delirio radiofónico que deja al espectador con la boca abierta), los paseos de Juan Parejo Popescu y su acento de Lucena, Lissandro Popescu, el liberador de  líbidos y prejuicios de confesionario  con su "LO HACEN!", la Chana Popescu y su autoescuela de baile y Anyoli Popescu, transformada esta vez en un arrebatador y canalla gigoló francés...

Los músicos que acompañan al cabaret Popescu son también de primera línea, ( excepcional Er Kiki Popescu), vistiendo al espectáculo de forma maravillosa. 

Y el resto del equipo técnico, proyecciones, luces y sonido, pues naturalmente a la altura, sin ellos tampoco sería posible el nivel que se alcanza cada noche.

Mención especial también a Sonia y Llanos que administran con mano firme y encanto arrebatador la entrada del personal.

En suma, si la idea es buena y el equipo es bueno, el resultado es de nota. Y para esta ciudad pequeña en la que vivimos es como cuando llegan los "forasteros" a un pueblo perdido de las montañas. Traen la luz de Occidente y nuestras boinas se deslumbran.

La compañía (en este caso me refiero a mis amigos) era también en verdad buenísima, grandes amigos y amigas que llevo en el corazón, sentados en mi mesa y en las adyacentes. No se puede entender el Cabaret Popescu si no vas acompañado por la gente a la que quieres.

En fin, mata la canícula, manda a la mierda las preocupaciones, y siente la vida corriendo por tus venas, reconcíliate con el género humano y ve a ver al Cabaret Popescu que se acaba a mediados de Septiembre...