12/18/2008
12/09/2008
Leche, heroína y coñac
Estos dos pájaros vienen unidos por una propiedad inmobiliaria e intelectual. A saber, el chico de la guitarra adquirió la biblioteca entera del muchacho del bicornio disfrazado de Horus junto con su castillete en Escocia, Boleskine, pero prefiere que no le hablen del tema.
El padre del satanismo moderno, Aleister Crowley, tocado para la ocasión con sombrero del conocimiento ritual "ad hoc", vino a ser una suerte de pirado que con su arquitectura sobre el diablo, la sangre, las menstruaciones y los ratones muertos engañó con suerte a otro montón de pirados, victorianos en su mayoría, que estaban hasta el moño de la Iglesia Anglicana, y que tenían ganitas de ir contra las normas. No en vano era capaz de hacerse invisible mediante su capa escarlata, habiéndole sido revelados gran parte de sus conocimientos en una habitación de un hotel del Cairo por una entidad denominada Aiwaz, quien le reveló la máxima suprema: "Haz lo que quieras", lo que bien mirado, no está nada mal como eje de conducta. En suma, él y sus seguidores constituían una colección entrañable de provocadores de guardarropía, hallándose en aquella primera mitad del siglo XX los adoradores del Mal en sentido puro más ciertamente alojados en otros templos más oficiales.
El título del presente post es una reseña de la admirable dieta que Mr. Crowley manifestaba seguir: leche, heroína y coñac. Admirable desde luego, a la par que nociva, si el coñac es de garrafón.
12/04/2008
Pobre perrito!
Ya se ha muerto por las dunas del gran desierto,
pero... ¡ arde y vuela su corazón!
buscando a la perrita
que contiene su amor,
en una dulce flecha de azúcar y limón.
Etiquetas: Las Lapidarias de Sancho