8/08/2008

Color


Vendíamos el cortijo y había que indemnizar a los arrendatarios. Vinieron los hermanos Aguilera, todo terrón y sol, a recoger su dinero en hermosos fajos de billetes, cuando justo al posar sus manos sobre ellos se pararon y nos miraron diciendo:


- ¿No será dinero negro?


Nos miramos conteniendo la risa y dijimos muy serios:


- No, no, nada de eso.


Esta burguesa anécdota viene a colación de la desesperación de los poseedores de este metal especifico, quienes teniendolo debajo "der corchón" se indignan de no poder seguir reinvirtiéndolo en fincas, cortijos, pisos y cocheras. Es obvio, si aflora, hay que justificar su origen y claro no podemos decir que proviene de unos beneficios no declarados a la Hacienda Pública. El tío más rico de Baza se desesperaba de tener que pedir pólizas para su empresa cuando tenía mil millones debajo de una loseta. Lo que no asumen estas cabecitas tan listas es que el dinero negro debe ser empleado precisamente en nosotros mismos y en los nuestros, y en bienes perecederos de los que no dejan rastro: gambas, cigalas, viajes, ropita cara y chismes que no accedan a Registros Públicos. Esto es lo que los pone más locos: como son unos agarraos de cojones (por sistema) son incapaces de gastarse la pasta en asuntos nimios que hacen la vida un poco más agradable. Hay que joderse.


El Estado lo sabe, y se ríe.

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1 Comments:

Blogger the cosmogonic escrotolitum dise...

bueno, este post es cojonudo
muestra el corazón de nuestra democracia de pedenete y pacharán

1:42 a. m.  

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