Como un conejito en una nube...
Cabaret Popescu ha vuelto para aliviar los
huérfanos de gracia, a los que no tienen
nada salvo su propia desgana, para
aguijonear a los príncipes de la desidia y la tensión baja, a los
lugartenientes de la paz burguesa y duradera.
Está anocheciendo y llegas a un
anfiteatro en el que caen las ultimas luces del ocaso y las primeras de la ciudad.
Comienzan las notas de la canción y empiezas a percibir una
sensación desconocida para los burgueses
de clase media: no has visto nada como esto
en tu vida…
Y te sientes afortunado de estar
allí, parece que son ellos los que te han elegido, los que han venido a verte.
Estás dentro y el espectáculo te rodea y casi no puedes respirar, los momentos absolutamente
geniales te van dando en la cara una y otra vez, no puede ser verdad, no puede
ser tan bueno, las canciones y los números van y vienen en un torbellino, y tu
risa, tu sorpresa y tu entusiasmo se
asoman a tu alma de una manera que ya creías olvidada.
Está todo ahí y te lo dan en arte
desplegado como un pop-up: el norte y el sur, el cono y el polo, la implosión y
la explosión, el crudo y el quemado de pitón a rabo.
Y encima cenando gloria bendita….
Y te quedas con ganas de repetir.
Como yo, como nosotros.
Y volveremos…