Regreso a Dinde
Damos hoy la bienvenida al blog de mi buen amigo FB, compañero de risas y música en Oficina Punk y vecino a la sazón. Lo ha titulado "Regreso a Dinde" y como él mismo dice:
"Dinde es un libro de Luis Feria, hermoso desde el título y desde la cubierta que lo guarda en la edición de Pretextos, que poetiza el mundo a través de la infancia. Leímos en él páginas memorables. Pero basta la cita que lo abre para explicar por qué evocarlo aquí. Se debe a Kierkegaard, y dice: "Esa universalidad que es el privilegio de la infancia, cuando uno tenía tan prodigiosas categorías que casi da vértigo pensar en ellas".Según señala Antonio García Yedra, "La palabra 'dinde', al parecer, es un dialectalismo extremeño que significa algo así como 'funeral'. Ese es el sentido profundo del libro, la celebración del niño muerto con el que todos los adultos conviven en su interior. ("Luis Feria o el milagro extinguido", en http://www.letrascanarias.org/ ) "
Lo cierto es que FB nos muestra en pequeñas burbujas, trozos de su vida con sus hijos Martín, Celia y Gabriel (al que nos conozca se le autoriza a flipar con las coincidencias) y María, su guapa e inteligente mujer. Relata pequeñas anécdotas cotidianas ( ese mismo estilo de minúsculas historias maravillosas que mi madre también se afanó en plasmar por escrito) que construyen la vida de una familia, aquellas mismas que luego recuerdas borrosamente confundiendo los detalles entre risas y algarabía en compañía de quienes quieres. Como solo botón de muestra os presento dos, una especialmente divertidas y sagaz y otra, desgarradora y real, terrible y cotidiana, de construcción de las propias personalidades. Ahí van pues, que disfrutéis:
"Volviendo del campo, pasamos por un barrio residencial de las afueras.-Vaya casas que hay por aquí… ¡parecen palacios! –exclama María.-Sí –apunta Martín–. Palacios tumbados"
"Acabo de recogerles del colegio. Cuando han abierto las puertas no he tardado en ver a Martín, lleno de magulladuras en una rodilla, un codo, una mano, la nariz y los labios, con tenues restos de betadine contribuyendo a hacer más lamentable aún su aspecto, la camiseta llena de sangre seca, los ojos aún abotargados por el llanto. Se ve que Alejandro, su enemigo número uno (un chiquillo alto, grande y bruto hijo de padres grandes, altos y separados), le ha cogido sin previo aviso, lo ha zarandeado y lo ha tirado, causándole todas esas heridas. Uno deja a los niños por la mañana y al recogerlos por la tarde se los encuentra desfigurados, habiendo vivido en la más completa ignorancia de sus padecimientos. Y de repente esos paréntesis de separación tan deseados se abren como abismos que, inadvertidamente, succionan la vida a nuestras espaldas. "