A los viejos hay que tenerlos calentitos
Como cada previo de las elecciones generales las pensiones vuelven a subir. Entrecierro los ojos y veo a los pensionistas dar un botecillo de alegría en la mesa camilla pensando "estos son los nuestros, a éste muchacho tan simpático y apañao lo voy a votar yo".
No hay que ser muy listo para hacerse con este buen puñado de votos, que serán millones cuando el Dómine Cabra alcance la senectud pues perteneciendo a esa cursilada llamada "baby boom" o "como en los sesenta se pusieron a hacer niños", lo más fácil es que seamos unos monederos con patas muy apetecibles, y maleables, a base de subidas de pensiones; al que más nos lleve de vacaciones a ése lo votaremos.
No hay cosa que preocupe más a un anciano que quedarse sin dinero (y a algunos jóvenes también), esa angustia vital previa a la entrega de la cuchara consume a las criaturas y las hace infelices de modo concreto. Júntales dolores varios de articulaciones y una sensación de dejà vu general y tendrás un rebaño de varios millones de corderos que pastorear.
Ahora bien (y ahora viene la parte más políticamente incorrecta) no sé yo si los inmigrantes con vocación de subsidiados, y que ocupan los puestos de trabajo que no quiere el producto nacional subsidiado a su vez, serán los que generen los fondos necesarios para las maravillosas vacaciones del Dómine. Otra incógnita más a resolver y otro motivo de inquietud para los jóvenes amantes del ahorro.
Aungf! como dicen en Maracena: "cuando chicos er Búuuuu, cuando grandes los ceviles, ziempre ehtamos azuhtaos"
Etiquetas: Politicaciones de mesa camilla y remojón