El Libro Secreto y Sencillo de las Costumbres (Cap.III)
LA MENTE ATE LO QUE HAS HECHO
(Resumen de lo publicado: sentado en el retrete nuestro protagonista repasa diversos conflictos mnémotécnicos y antropológicos que durante su vida han llenado numerosos güecos, privándole las más de las veces de una concepción positivista de la realidad, y, no muy a su pesar, embadurnándolo de una pátina inquietante de sueño-vigilia de díficil decantación, que ha dado como resultado las reveladoras manifestaciones que hace a lo largo de su discurso y que aquí, con paciencia, se exponen )
(Resumen de lo publicado: sentado en el retrete nuestro protagonista repasa diversos conflictos mnémotécnicos y antropológicos que durante su vida han llenado numerosos güecos, privándole las más de las veces de una concepción positivista de la realidad, y, no muy a su pesar, embadurnándolo de una pátina inquietante de sueño-vigilia de díficil decantación, que ha dado como resultado las reveladoras manifestaciones que hace a lo largo de su discurso y que aquí, con paciencia, se exponen )
El jodido magma se activaba a la hora de acostarme y surgía inesperado del zumbido del silencio de antes de dormirse. Entonces oía voces, escuchaba canciones, veía luces y recibía un beso caliente y dulce de todos los sucesos del día, extraordinarios o no. Mantenía varias conversaciones mentales, compuestas de frases inconexas la mayoría, sin principio ni fin, disparatadas en su sintaxis y en su semántica, al estilo de:
- Bravuco, ¿ me le has puestornado los vinios ?
- Caspa sosa, duda fosa.
- Pásame la pelota, oichino.
- Eusebio! Eusebio! Devuélvele el faustopapetticonlafotodelatía.
Pero éso no importaba porque yo prestaba la atención que cada psicofonía merecía, con desparpajo y salero. La pasaba al recibidor, la anunciaba y le ponía un cafelito con pestiños, vaya, mejor que lo haría cualquier Secretario de Estado andaluz, y así pasaba, que al día siguiente daba por sentado hechos que nunca habían ocurrido.
- Laméntate de lo que has hecho y no de lo que has dejado de hacer- me decían en el colegio y yo, más atento a mis ligeros problemas mnemotécnicos, respondía:
- La mente ate lo que has hecho y no lo que has dejado de hacer.
Y es que el carácter perecedero de la memoria, en especial la mía, como bien queda expuesto en todo lo anterior, era principal entre mis preocupaciones.
Ahora que, amigo mío, había gente que lo llevaba mucho peor que yo. Su primer día de colegio fue a primeros de Diciembre y entró diciendo:
- Me llamo Enrique Ruiz Señor, pero podéis llamarme Ruiseñor.
Dí que sí compadre, contigo no hay quien pueda. Eres más triste que no poder sacudir las migas de un mantel, (porque no hay) ( porque estás a régimen).
El Lama Zopa Rimpoché es de los que creen que los problemas se pueden transformar en felicidad.
Dí que sí compadre, contigo tampoco hay quien pueda. Yo creo más bien que es la felicidad la que se puede transformar en problemas. Un día te levantas con besos y a la hora del desayuno puede ser ya que estés probando un poco de caldito del infierno, las voces y los gritos se van escapando por la rejilla de ventilación del cuarto de baño como globitos de tebeo y la vecina del segundo sigue con atención la velada de boxeo sin guantes que tan tempranito empieza, paladeando cada palabra vuestra pronunciada como un hipertexto e imaginando tus muecas, relamiéndose con tus catástrofes irónicas, y, muy importante, tus dedos índices señalando el cielo. Uy! uy! tu pequeño cataclismo sentimental tenía espectadores sin entrada y tú sin saberlo.
Ahora estoy viendo una maravillosa teleserie imposible, de esas de negros burgueses con sofá, escalera al fondo y acceso a la cocina mediante puerta con muelle, y escucho a éstos ciudadanos con sobrepeso de los Estados Unidos como dicen como pavos:" mi psiquiatra dice tal o cual" o " mi psiquiatra me aconseja que debo sobreponerme a blablablá blibliblí o bloblobló" o " no hay que perder la calma, mantened el control de vuestras mentes", y cosas así. Debe haber gente viendo cómo se graban los capítulos de la teleserie, porque oigo risas. A estos negritos les pasa como a mí, que tienen espectadores silentes.
(Continuará)