Sancho und Martina
A Sancho, que se abrazó a mí con risas, nervioso por saber que le pasaría a la casa bamboleante del precipicio cuando Charlie estaba dentro.
Que pidió que un angel muy fuerte bajara a su abuela del cielo.
Que cuando ríe con su risa de niño suenan campanillas y toco el cielo.
A Martina, que bailó a Franz Ferdinand, con arte y síncopa de los Tiempos Modernos.
Que cuando inclina su cabeza mirándome, el vino del estío reclama su lugar en la pureza del mundo.
Que inventa las canciones, durmiendo las letras e invitando a la música a ser libre.
A éstos dos, mis muy amados.