10/23/2006

We Shall Overcome

Sabemos perfectamente que la felicidad absoluta es una tontería propia de ferósticos, pero también sabemos que la vida es preciso irla componiendo de pequeños momentos de estallidos felices. "Porque los buenos ratos hay que buscarlos que los malos vienen solos" (gracias, madre).

Pese a que no ha sido nunca la intención de esta tribuna de mediocres convertirse en un diario, me saldré un poco de la pauta para decir que tuve varios momentos particularmente estelares este fin de semana. A saber

  1. Una relectura de diversos pasajes de "Tiempo de Destrucción" de Luis Martín Santos, nuestro Joyce particular, junto al mar, una brisa soberana y un sol nuclearmente bello. Y volver a decir que en especial el pasaje en que habla Águeda es estremecedor, dulce, cruel y amorosamente humano, como pocas veces he leído.
  2. Correr por la calle junto a mis hijos, besar sus caritas cuando están dormidos y arrancarlos del suelo, volándolos por encima de mi cabeza. Ah! Y destruir terrones de arena arrojándolos a las nubes para abandonarse después e iniciar el descenso a tierra y muerte por descomposición.
  3. Asistir a la gira de B. Springsteen "We Shall Overcome" en la plaza de toros en compañía de mi buen Pepe, con quien compartí risas, comentarios sagaces, cervezas y confidencias en el tendido cuatro. Un buen concierto de pachanga anglosajona, meritoriamente ejecutada, bonita y emocionante a partes iguales. Desde luego nunca hubiera ido a las "habituales" demostraciones priápicas de A.O.R., con todo lo que éste ritual decadente conlleva, con las que B. S. suele regalar a su bastardo público burgués y gazmoño; pero he de decir que me pareció una buena idea este montaje para el entertainment, aunque en el fondo sea un engaño, pero nos gustó. Unas buenas, buenas risas en el Peatón, ginebra con soda (repugnante) para sucolegavieo y un chawarma con mi compadre Selertín y Pepe culminaron nuestra noche, y cansancio.

Doy gracias.